La reacción entre sodio y agua se puede representar mediante la siguiente ecuación química:
2Na(s) + 2H2O(l) → 2NaOH(ac) + H2(g)
En esta ecuación:
- Na(s) representa sodio sólido.
- H2O(l) representa agua líquida.
- NaOH(aq) representa hidróxido de sodio, que se forma como producto de la reacción y se disuelve en agua para formar una solución básica.
- H2(g) representa gas hidrógeno, que también es producto de la reacción y se libera en forma de gas.
Durante la reacción, los átomos de sodio del metal pierden rápidamente su electrón más externo para convertirse en iones de sodio cargados positivamente (Na+). Estos iones de sodio son atraídos por los átomos de oxígeno cargados negativamente en las moléculas de agua, formando enlaces químicos y dando como resultado la formación de hidróxido de sodio (NaOH).
Al mismo tiempo, los átomos de hidrógeno de las moléculas de agua ganan los electrones perdidos por el sodio, convirtiéndose en átomos de hidrógeno neutros. Estos átomos de hidrógeno luego se combinan para formar gas hidrógeno (H2), que se libera en forma de burbujas a la atmósfera circundante.
La reacción sodio-agua es altamente exotérmica, lo que significa que libera una cantidad significativa de calor. El calor liberado puede hacer que el agua hierva rápidamente y genere vapor. La reacción también puede ir acompañada de llamas y chispas debido a la alta temperatura y a la liberación de gas hidrógeno, que es inflamable.
Debido a su naturaleza altamente reactiva, el sodio debe manipularse con precaución, especialmente en presencia de agua. Es importante almacenar el sodio en un ambiente seco y evitar el contacto directo con el agua para evitar que se produzca una reacción potencialmente peligrosa.