Cuando el GLP se libera del cilindro, la presión se libera y el GLP líquido se vaporiza rápidamente de nuevo a gas. Este proceso se llama vaporización. El calor necesario para la vaporización proviene del entorno, lo que puede hacer que el cilindro se sienta frío al tacto.
La tasa de vaporización depende de varios factores, incluida la temperatura y presión del entorno, así como el tamaño del cilindro y la cantidad de GLP que contiene. En general, cuanto mayores sean la temperatura y la presión, más rápida será la velocidad de vaporización.
Para garantizar una operación segura y eficiente, los cilindros de GLP están equipados con una variedad de características de seguridad, que incluyen válvulas de alivio de presión y fusibles térmicos. Estas características ayudan a evitar que el cilindro se llene en exceso o se sobrecaliente, lo que podría provocar una ruptura peligrosa.