1. Elevación del punto de ebullición: Cuando se disuelve un soluto (como la sal) en un disolvente (como el agua), el punto de ebullición de la solución aumenta. Esto significa que el agua con sal disuelta requerirá una temperatura más alta para hervir en comparación con el agua pura. La elevación del punto de ebullición es directamente proporcional a la cantidad de soluto presente. Entonces, cuanta más sal agregues, mayor será el punto de ebullición y más tiempo tardará el agua en hervir.
La elevación del punto de ebullición causada por la sal es relativamente pequeña en comparación con otros solutos, pero aún así es notable. Por ejemplo, agregar 1 gramo de sal a 100 gramos de agua aumenta el punto de ebullición aproximadamente 0,05 grados Celsius.
2. Tensión superficial: La sal también puede afectar la tensión superficial del agua. La tensión superficial es la fuerza que hace que las moléculas de la superficie de un líquido sean atraídas hacia adentro, creando una especie de "piel" en la superficie. La sal disminuye la tensión superficial del agua. Cuando el agua hierve, se forman burbujas de vapor que suben a la superficie. Con una tensión superficial más baja, a las burbujas les resulta más fácil escapar, lo que lleva a un proceso de ebullición ligeramente más rápido.
El efecto de la sal sobre la tensión superficial del agua es relativamente menor y tiene un pequeño impacto en el tiempo de ebullición.
En resumen, la sal generalmente aumenta el tiempo de ebullición del agua al elevar el punto de ebullición. Sin embargo, la magnitud de este efecto es pequeña y otros factores como la altitud y la presión atmosférica pueden tener una influencia más significativa en el tiempo de ebullición.