Esta concentración es relativamente constante y juega un papel crucial en el sustento de la vida en la Tierra. El oxígeno es esencial para la respiración celular, el proceso mediante el cual los organismos vivos convierten la glucosa y otros nutrientes en energía. El oxígeno del aire es utilizado por plantas, animales y otros organismos para respirar, lo que les permite obtener la energía necesaria para el crecimiento, el desarrollo y diversos procesos metabólicos.
Si bien la concentración de oxígeno en el aire se ha mantenido relativamente estable durante millones de años, ciertas actividades y fenómenos naturales pueden provocar variaciones en los niveles locales de oxígeno. Por ejemplo, en zonas densamente pobladas con mucho tráfico, la quema de combustibles fósiles y las emisiones de los vehículos pueden contribuir a una disminución de la concentración de oxígeno en el entorno inmediato debido al aumento de la producción de dióxido de carbono y otros contaminantes.
Por el contrario, los entornos ricos en vegetación, como bosques y parques, suelen tener niveles más altos de concentración de oxígeno, ya que las plantas liberan oxígeno como subproducto de la fotosíntesis. Es importante mantener niveles saludables de oxígeno en espacios cerrados, particularmente en entornos médicos e industrias donde el suministro de oxígeno es fundamental para la atención del paciente o ciertos procesos.
Comprender la concentración de oxígeno en el aire es esencial en varios campos, incluidas las ciencias ambientales, la climatología, la química atmosférica y la medicina respiratoria. Monitorear los niveles de oxígeno ayuda a evaluar la calidad del aire, estudiar el impacto de las actividades humanas en la atmósfera y garantizar una disponibilidad adecuada de oxígeno para los organismos vivos en diferentes ecosistemas.