1. Activación de la pepsina: La pepsina es la principal enzima responsable de la digestión de proteínas en el estómago. Requiere un ambiente ácido con un pH óptimo de alrededor de 1,5-2,0 para una actividad máxima. El HCl reduce el pH del contenido del estómago, creando las condiciones óptimas para que la pepsina funcione eficazmente.
2. Desnaturalización de Proteínas: El ambiente ácido del estómago ayuda a desnaturalizar las proteínas, desplegando sus complejas estructuras y haciéndolas más accesibles a las enzimas proteolíticas como la pepsina. La desnaturalización altera las estructuras terciaria y cuaternaria de la proteína, exponiendo más enlaces peptídicos para la hidrólisis enzimática.
3. Protección del moco gástrico: El estómago está revestido por una gruesa capa de moco que actúa como una barrera protectora contra el ambiente altamente ácido. Las células secretoras de moco en la pared del estómago secretan un gel viscoso que recubre la superficie e impide el contacto directo entre el contenido gástrico ácido y la sensible capa mucosa subyacente.
4. Acción antimicrobiana: El bajo pH del estómago también actúa como un mecanismo de defensa natural contra los microorganismos ingeridos. Muchas bacterias, virus y parásitos no pueden sobrevivir en condiciones tan ácidas. El ambiente ácido inhibe eficazmente el crecimiento y la proliferación de microbios dañinos, contribuyendo a la defensa del cuerpo contra posibles infecciones.
Por tanto, mantener un pH en torno a 2 mediante la secreción de HCl es esencial para que el estómago lleve a cabo su función en la digestión de proteínas, proteja su propio revestimiento y proporcione un entorno inhóspito para los microorganismos ingeridos.