El estudio se centró en la planta modelo Arabidopsis thaliana. Cuando se polinizan las flores de Arabidopsis, los pétalos eventualmente se marchitarán y caerán, un proceso conocido como abscisión de pétalos. Este proceso es esencial para el éxito reproductivo de la planta, ya que permite que las semillas se dispersen y la flor dé paso a un nuevo crecimiento.
Los investigadores descubrieron que el desencadenante molecular de la abscisión de los pétalos es una hormona llamada auxina. La auxina se produce en el ovario de la flor y viaja hasta los pétalos, donde se une a una proteína receptora llamada PROTEÍNA DE UNIÓN A AUXINA 1 (ABP1). Esta unión desencadena una cascada de eventos que conducen a la producción de etileno, otra hormona que promueve la abscisión de los pétalos.
Curiosamente, los investigadores también descubrieron que el etileno producido en los pétalos puede viajar de regreso al ovario, donde inhibe la producción de auxina. Este circuito de retroalimentación negativa ayuda a garantizar que la abscisión de los pétalos se produzca en el momento adecuado, después de que los pétalos hayan cumplido su propósito.
"Nuestro estudio ha revelado un nuevo mecanismo molecular que controla la abscisión de los pétalos en Arabidopsis", afirma la Dra. Silvia Rojas-Pierce, autora principal del estudio. "Este mecanismo podría conservarse en otras plantas, y comprenderlo podría tener implicaciones para mejorar la vida poscosecha de las flores cortadas e incluso aumentar el rendimiento de los cultivos".
Las flores cortadas son un cultivo económico importante, pero tienen una vida en florero relativamente corta. Al comprender los mecanismos moleculares que controlan la abscisión de los pétalos, será posible desarrollar nuevas formas de prolongar la vida de las flores cortadas. Esto beneficiaría tanto a los floristas como a los consumidores.
Además, los hallazgos de este estudio podrían tener implicaciones para aumentar el rendimiento de los cultivos. Al manipular el circuito de retroalimentación auxina-etileno, es posible aumentar la cantidad de semillas que produce cada flor. Esto podría conducir a mayores rendimientos y una mayor producción de alimentos, lo que podría ayudar a alimentar a una población mundial en crecimiento.
El estudio fue financiado por el Consejo de Investigación en Biotecnología y Ciencias Biológicas (BBSRC) y el programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.