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    Las moléculas que controlan la mente del veneno de las avispas podrían algún día ayudar a los pacientes con Parkinson

    Después de ser picado por una avispa parásita, la cucaracha americana pierde el control de su comportamiento, convirtiéndose en anfitrión del huevo de avispa. Días después, la cría consume viva a la cucaracha. Si bien este es un proceso espantoso para la cucaracha, los científicos ahora informan en la revista de ACS Bioquímica el descubrimiento de una nueva familia de péptidos en el veneno de la avispa que podría ser clave para controlar las mentes de las cucarachas, e incluso podría ayudar a los investigadores a desarrollar mejores tratamientos para la enfermedad de Parkinson.

    Los científicos han estudiado durante mucho tiempo los venenos, como el de la avispa, buscando moléculas nuevas y potentes para tratar enfermedades, entre otras aplicaciones. En el caso de la enigmática avispa Ampulex compressa , usa su veneno en un enfoque doble contra la cucaracha, con una picadura inicial en el tórax para paralizar las patas delanteras y una picadura posterior directamente en el cerebro. Esta segunda picadura hace que la cucaracha primero se acicale vigorosamente, luego caer en un estado de letargo, permitiendo que la avispa haga lo que quiera. Este estado inmóvil se asemeja a los síntomas de la enfermedad de Parkinson, y ambos pueden estar relacionados con una disfunción en la vía de la dopamina. En este estudio, Michael E. Adams y sus colegas querían identificar los ingredientes del veneno de avispa que dictan este comportamiento.

    Los investigadores ordeñaron avispas en busca de su veneno y luego analizaron los componentes mediante cromatografía líquida y espectrometría de masas. Identificaron una nueva familia de péptidos alfa helicoidales y los llamaron ampulexinas. Para probar su función, el equipo inyectó el péptido del veneno más abundante en las cucarachas. Después, los errores necesarios, de media, una descarga eléctrica de 13 voltios en el pie para que se mueva, mientras que un promedio de 9 voltios fue suficiente antes de la inyección, sugiriendo que los péptidos ayudan a la avispa a inmovilizar a su presa. El trabajo futuro se centrará en identificar los objetivos celulares de las ampulexinas, y potencialmente generar un modelo animal útil para el estudio de los tratamientos de la enfermedad de Parkinson.


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