1. Fermentación: La levadura es bien conocida por su capacidad para fermentar azúcares. Este es un proceso clave en elaboración de cerveza, hornear y otras industrias. En ausencia de oxígeno, la levadura utiliza la glucólisis para descomponer los azúcares y producir ATP. Este proceso genera subproductos, como el etanol y el dióxido de carbono, que son responsables de las características de las bebidas alcohólicas y el aumento de la masa de pan.
2. Cambio de fuente de carbono: La levadura es notablemente adaptable y puede cambiar entre diferentes fuentes de carbono según la disponibilidad. Esto se debe a sus complejas vías metabólicas y sistemas reguladores. Por ejemplo, cuando la glucosa es abundante, la levadura la usa principalmente para el crecimiento. Sin embargo, cuando la glucosa es escasa, pueden cambiar a utilizar otros azúcares como maltosa o incluso metabolizar el etanol para obtener energía.
3. Detección de nutrientes y detección de quórum: La levadura monitorea constantemente su entorno para la disponibilidad de nutrientes y la densidad de población. Utilizan vías de señalización para comunicarse entre sí y ajustar su comportamiento en consecuencia. Por ejemplo, cuando se hambre de nitrógeno, la levadura activará genes involucrados en la eliminación de nitrógeno y alterará su tasa de crecimiento. Del mismo modo, pueden detectar la presencia de otras células de levadura usando feromonas, lo que lleva a apareamiento u otras acciones coordinadas.
Estos son solo algunos ejemplos de los muchos comportamientos fascinantes que muestran la levadura. Su complejo metabolismo y sistemas reguladores los convierten en un excelente organismo modelo para comprender el comportamiento microbiano en general.