He aquí por qué esto es crucial:
* Temperatura: La mayoría de las bacterias tienen un rango de temperatura óptimo para el crecimiento. Al manipular la temperatura (por ejemplo, refrigeración, pasteurización, cocción), podemos inhibir su crecimiento o matarlos.
* ph: Las bacterias prefieren niveles específicos de pH. Cambiar el pH (por ejemplo, usar soluciones ácidas como el vinagre) puede hacer que su entorno sea desfavorable.
* oxígeno: Algunas bacterias requieren oxígeno (aeróbico), mientras que otras no pueden tolerarlo (anaerobio). El control de los niveles de oxígeno (por ejemplo, sellado de vacío, enjuague de nitrógeno) puede evitar el crecimiento.
* Nutrientes: Las bacterias necesitan nutrientes para crecer. Limitar el acceso a las fuentes de alimentos (por ejemplo, almacenamiento adecuado de alimentos, lavado de manos) puede restringir su multiplicación.
* Actividad del agua: Las bacterias necesitan agua para prosperar. La reducción de la actividad del agua (por ejemplo, secado, salación, azúcar) puede inhibir su crecimiento.
Al comprender y manipular estos factores ambientales, podemos controlar efectivamente el crecimiento bacteriano y prevenir infecciones o deterioro de los alimentos.