1. Agotamiento de recursos:
* Agua y nutrientes: Las plantas parásitas aprovechan el sistema vascular del huésped, desviando efectivamente el agua y los nutrientes esenciales. Esto deja al anfitrión debilitado e incapaz de sostenerse.
* Photosinthates: Algunas plantas parásitas, como el muérdago, pueden producir su propio alimento a través de la fotosíntesis. Sin embargo, a menudo complementan esto robando azúcares producidos por su huésped, drenando aún más las reservas de energía del huésped.
2. Daño mecánico:
* Penetración de tallo y raíz: Las raíces o la haustoria de la planta parásita (estructuras especializadas de raíz) pueden perforar y dañar el tallo y las raíces del huésped, interrumpiendo su sistema vascular y obstaculizando el transporte de nutrientes y agua.
* sobrecrecimiento: Las plantas parásitas pueden crecer excesivamente, abrumando al huésped en tamaño y peso, lo que puede causar daños mecánicos o incluso romper las ramas o tallos del huésped.
3. Producción de toxina:
* Guerra química: Algunas plantas parásitas producen sustancias tóxicas que pueden dañar directamente las células del huésped o interrumpir sus procesos metabólicos, lo que provoca daños tisulares y debilitamiento general.
4. Transmisión de enfermedades:
* Vector para patógenos: Las plantas parásitas pueden actuar como vectores para enfermedades fúngicas, bacterianas o virales. Al atribuir al host, pueden introducir estos patógenos en los tejidos del huésped, comprometiendo aún más su salud.
5. Fisiología alterada del huésped:
* Manipulación hormonal: Algunas plantas parásitas pueden producir hormonas que interfieren con el crecimiento y el desarrollo del huésped, causando patrones de crecimiento anormales y debilitando al huésped.
En resumen:
La combinación de estos mecanismos, actuando sinérgicamente, puede debilitar rápidamente y eventualmente matar la planta huésped. Los mecanismos específicos utilizados por una planta parásita dependen de su especie y el tipo de huésped que infecta. El rápido crecimiento de la planta parásita juega un papel crucial en su efectividad, ya que le permite drenar rápidamente los recursos, causar daños y abrumar los mecanismos de defensa del huésped.