Las células compañeras son células parenquimatosas especializadas que están estrechamente asociadas con elementos del tubo criboso en el floema de las angiospermas. Intervienen en la carga y descarga de azúcares y otros metabolitos dentro y fuera de los tubos cribosos, que son responsables del transporte a larga distancia de estas sustancias por toda la planta.
Las células compañeras suelen ser alargadas y tener un núcleo grande y un citoplasma denso. Carecen de vacuolas y cloroplastos, pero contienen numerosos plasmodesmos, que son pequeños canales que permiten el movimiento de moléculas entre células adyacentes. La estrecha asociación entre las células compañeras y los elementos del tubo criboso permite el intercambio de nutrientes y otras sustancias, como agua, iones, aminoácidos y proteínas.
Las células compañeras desempeñan un papel crucial en la regulación del transporte de azúcar en las angiospermas. Son responsables de la absorción de azúcares del apoplasto (el espacio fuera de las células) hacia los tubos cribosos. Este proceso es impulsado por el gradiente de protones generado por las bombas de protones ubicadas en la membrana plasmática de las células compañeras. El gradiente de protones crea un potencial electroquímico que permite el cotransporte de azúcares y otras moléculas hacia los tubos cribosos.
Una vez dentro de los tubos cribosos, los azúcares son transportados a largas distancias a través de la planta. Cuando los azúcares llegan a su destino, se descargan de los tubos cribosos al apoplasto de los tejidos receptores. Las células compañeras también desempeñan un papel en este proceso, facilitando el movimiento de los azúcares fuera de los tubos cribosos hacia las células circundantes.
En general, las células compañeras son esenciales para el sistema de transporte de azúcar en las angiospermas, ya que participan en la carga y descarga de azúcares dentro y fuera de los tubos cribosos y regulan el movimiento de estas sustancias por toda la planta.