Temperaturas extremas:
- Los procariotas se pueden encontrar en lugares con temperaturas excepcionalmente altas, como fuentes termales y fuentes hidrotermales. Las bacterias termófilas, como Thermus Aquaticus, prosperan en temperaturas superiores a los 100 grados centígrados.
- Por otro lado, las bacterias psicrófilas, como las que se encuentran en las regiones polares, pueden vivir en temperaturas gélidas cercanas a los 0 grados centígrados.
Presión alta:
- Los procariotas se pueden encontrar en ambientes de aguas profundas, donde se adaptan a la inmensa presión que ejerce la columna de agua. Los barófilos, como Shewanella violacea, prosperan bajo una inmensa presión, lo que demuestra su capacidad para soportar condiciones extremas.
Desecación:
- Los procariotas han desarrollado mecanismos para sobrevivir en ambientes áridos y desérticos. Las bacterias formadoras de endosporas, como Bacillus subtilis, pueden formar esporas protectoras que les permiten soportar períodos de deshidratación grave.
Alta Salinidad:
- Los procariotas pueden tolerar altas concentraciones de sal en ambientes como lagos salados o mares hipersalinos. Las bacterias halófilas, como Halobacterium salinarum, se han adaptado e incluso prosperan en estas condiciones.
Radioactividad:
- Se han encontrado procariotas en entornos altamente radiactivos, como vertederos de residuos nucleares. Deinococcus radiodurans, conocida como "la bacteria más resistente del mundo", muestra una resistencia excepcional a la radiación.
Condiciones ácidas:
- Los procariotas pueden sobrevivir en ambientes ácidos, como aguas termales volcánicas o drenajes ácidos de minas. Las bacterias acidófilas, como Acidithiobacillus ferrooxidans, prosperan en condiciones muy ácidas.
Al habitar hábitats tan diversos, las células procarióticas demuestran sus notables adaptaciones y contribuciones al equilibrio ecológico del planeta. Su adaptabilidad y resiliencia los hacen cruciales para mantener el equilibrio de varios ecosistemas en diferentes nichos ambientales.