Por ejemplo, en el caso de los espermatozoides, la maduración ocurre en el epidídimo, donde adquieren la capacidad de moverse (volverse móviles), sufren cambios estructurales en sus cabezas y adquieren la capacidad de fertilizar un óvulo. De manera similar, en el caso de los óvulos, la maduración implica cambios como la finalización de la meiosis, la adquisición de la capacidad de unirse a los espermatozoides y la experimentación de modificaciones bioquímicas que favorecen la fertilización y el desarrollo embrionario temprano.
El proceso de maduración puede variar en duración según la especie y el tipo de gameto. En algunos casos, puede tardar varias horas o días, mientras que en otros puede ocurrir durante un período más largo. Una vez completado el proceso de maduración, los gametos se vuelven totalmente competentes para la fertilización y son capaces de participar en la formación de un cigoto, la primera célula de un nuevo organismo.