La miel tiene una alta viscosidad, debido a los fuertes enlaces de hidrógeno entre las moléculas de azúcar. El enlace de hidrógeno es un tipo de interacción dipolo-dipolo que ocurre cuando un átomo de hidrógeno en una molécula se une covalentemente a un átomo altamente electronegativo, como nitrógeno, oxígeno o flúor. El átomo de hidrógeno tiene una carga parcial positiva, mientras que el átomo electronegativo tiene una carga parcial negativa. Esto crea un dipolo o región de carga opuesta, que puede atraer otros dipolos. En el caso de la miel, los enlaces de hidrógeno entre las moléculas de azúcar hacen que las moléculas se peguen y formen un líquido viscoso.
Además de los enlaces de hidrógeno, la miel también presenta otras fuerzas intermoleculares, como las fuerzas de van der Waals y las interacciones hidrofóbicas. Las fuerzas de Van der Waals son fuerzas de atracción débiles que ocurren entre todas las moléculas. Son causadas por las fluctuaciones en las nubes de electrones de las moléculas, que crean dipolos temporales. Estos dipolos temporales pueden atraerse entre sí, haciendo que las moléculas se peguen. Las interacciones hidrofóbicas son fuerzas que ocurren entre moléculas no polares (moléculas que no tienen carga neta). Estas fuerzas son causadas por la tendencia de las moléculas no polares a excluir las moléculas de agua de sus superficies. En el caso de la miel, las moléculas de azúcar no polares tienden a agruparse para excluir las moléculas de agua.
La combinación de enlaces de hidrógeno, fuerzas de van der Waals e interacciones hidrofóbicas le da a la miel sus propiedades físicas únicas.