Cuando una proteína se desnaturaliza, su estructura se altera y las cadenas polipeptídicas que la constituyen se desdoblan. Esto puede ocurrir debido a cambios en la temperatura, el pH o las condiciones del solvente. En estado desnaturalizado, la proteína no puede realizar su función correctamente porque su sitio activo ya no está colocado correctamente.
Sin embargo, cuando la proteína desnaturalizada regresa a un ambiente normal, las cadenas polipeptídicas pueden replegarse espontáneamente en la conformación correcta. Este proceso se llama plegamiento de proteínas y está impulsado por varios factores, incluido el efecto hidrofóbico, los enlaces de hidrógeno y las fuerzas de van der Waals.
La capacidad de una proteína para replegarse a su forma funcional es esencial para su actividad biológica. También indica que la conformación de la proteína no está fijada rígidamente, sino que puede adaptarse a diferentes entornos. Esta flexibilidad es una característica clave de las proteínas que les permite realizar una amplia gama de funciones en los organismos vivos.