1. Eficiencia alimenticia :Los insectos necesitan menos alimento para producir la misma cantidad de proteínas que el ganado. El ganado bovino es rumiante y su sistema digestivo requiere una cantidad significativa de energía para descomponer la materia vegetal. Los insectos, por otro lado, son más eficientes a la hora de convertir el alimento en proteínas, requieren menos recursos y generan menos desechos.
2. Emisiones de metano :Se sabe que el ganado produce grandes cantidades de metano, un potente gas de efecto invernadero, como subproducto de sus procesos digestivos. El metano tiene un potencial de calentamiento global 25 veces mayor que el dióxido de carbono. Los insectos, por otro lado, producen cantidades insignificantes de metano, lo que los convierte en una fuente de proteínas más respetuosa con el clima.
3. Uso de la tierra y deforestación :La ganadería contribuye en gran medida a la deforestación, ya que se talan grandes extensiones de tierra para crear pastos. La conversión de bosques en tierras agrícolas libera dióxido de carbono a la atmósfera, lo que agrava aún más el cambio climático. Los insectos comestibles requieren mucha menos tierra y no contribuyen a la deforestación, ya que pueden criarse a partir de desechos orgánicos o en granjas verticales, lo que reduce su huella ambiental.
4. Consumo de agua :La ganadería consume cantidades sustanciales de agua para riego, abrevadero del ganado y procesamiento. Los insectos necesitan mucha menos agua, lo que los convierte en una opción más sostenible en regiones con escasez de agua.
5. Gestión de Residuos :El estiércol de ganado produce metano y otros contaminantes que contribuyen a la contaminación del aire y del agua. El cultivo de insectos genera menos desechos y los excrementos de insectos pueden reutilizarse como fertilizante orgánico, lo que reduce los impactos ambientales relacionados con los desechos.
6. Biodiversidad y Conservación :La cría de insectos comestibles puede contribuir a la conservación de la biodiversidad. Los insectos pueden ayudar a reciclar nutrientes y actuar como polinizadores, apoyando la salud del ecosistema.
Al optar por insectos comestibles como fuente de proteínas, podemos reducir potencialmente nuestra dependencia de la ganadería y mitigar los impactos ambientales asociados con la producción ganadera tradicional. Promover el consumo de insectos comestibles puede ser un paso transformador hacia el logro de sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes.