Además, las abejas también adoptan un comportamiento llamado "acicalamiento higiénico", en el que se inspeccionan activamente entre sí y eliminan de la colonia a los individuos enfermos o heridos. Este comportamiento reduce significativamente el riesgo de propagación de patógenos y ayuda a mantener la salud general de la colmena.
Además, las abejas pueden detectar la presencia de determinadas bacterias dañinas y reaccionar alterando la composición del alimento que proporcionan a sus larvas. Los estudios han demostrado que cuando se exponen a bacterias específicas, las abejas ajustan el perfil nutricional de la dieta de las larvas para incluir niveles más altos de sustancias que estimulan el sistema inmunológico y menores cantidades de componentes potencialmente dañinos, mejorando efectivamente la inmunidad de sus crías.
Los mecanismos de inmunidad social empleados por las abejas sirven como un sistema de defensa crucial que contribuye a su resiliencia y a la salud general de sus colonias. Al vacunar a sus crías con sustancias antibacterianas naturales, mantener condiciones higiénicas y adaptar sus dietas larvarias en respuesta a las amenazas, las abejas demuestran una notable capacidad para proteger y nutrir a sus crías, asegurando la continuación de su especie.