Para respirar eficazmente, los peces necesitan mover agua constantemente sobre sus branquias. Esto se logra utilizando la boca y los opérculos, que son cubiertas óseas que protegen las branquias. Cuando un pez abre la boca, el agua entra y pasa por las branquias. Luego, los opérculos se cierran, expulsando el agua a través de las ranuras a cada lado de la cabeza.
El número de branquias que tiene un pez varía según la especie. La mayoría de los peces tienen cuatro branquias, pero algunas especies tienen hasta siete. El tamaño y forma de las branquias también varía según la especie. Los peces que viven en aguas cálidas y tropicales suelen tener branquias más grandes que los peces que viven en aguas frías del norte.
Las branquias son esenciales para la supervivencia de los peces y desempeñan un papel vital en el intercambio de gases. Sin branquias, los peces no podrían respirar y morirían rápidamente.