Un descubrimiento importante es que los microbios no se distribuyen uniformemente por todo el cuerpo. Diferentes partes del cuerpo tienen diferentes comunidades microbianas, cada una con sus funciones únicas. Por ejemplo, el microbioma intestinal es responsable de digerir los alimentos y producir vitaminas, mientras que el microbioma de la piel ayuda a protegernos de las infecciones.
Los investigadores también han descubierto que los microbios pueden comunicarse entre sí y con el cuerpo humano. Esta comunicación es esencial para mantener un equilibrio saludable entre los microbios y el huésped. Cuando este equilibrio se altera, puede provocar enfermedades.
Por ejemplo, una alteración del microbioma intestinal se ha relacionado con una serie de enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes y la enfermedad inflamatoria intestinal. De manera similar, una alteración del microbioma de la piel puede provocar acné, eczema y otras afecciones de la piel.
Al comprender el papel de los microbios en el cuerpo humano, los investigadores están desarrollando nuevas formas de prevenir y tratar enfermedades. Por ejemplo, los probióticos, que son microorganismos vivos que confieren un beneficio para la salud del huésped, se utilizan para tratar diversas afecciones, como la diarrea y el síndrome del intestino irritable. Los investigadores también están desarrollando nuevos antibióticos que son más eficaces para matar las bacterias dañinas y dejar ilesas las bacterias beneficiosas.
El estudio de los microbios es un campo en rápido crecimiento y todo el tiempo se realizan nuevos descubrimientos. A medida que nuestra comprensión de estos pequeños organismos siga creciendo, podremos aprovechar mejor su poder para mejorar nuestra salud.