Los siguientes pasos describen cómo las células reciclan la maquinaria que impulsa su motilidad a través de la autofagia:
1. Iniciación: La autofagia puede iniciarse en respuesta a diversas tensiones celulares, incluida la privación de nutrientes, el estrés oxidativo y la agregación de proteínas. Cuando se detectan estas tensiones, las células activan genes relacionados con la autofagia, lo que lleva a la formación de un complejo proteico llamado complejo de iniciación de la autofagia.
2. Formación del fagóforo: El complejo de iniciación de la autofagia desencadena la formación de una estructura de doble membrana llamada fagóforo. Esta estructura de membrana secuestra los componentes citoplasmáticos, incluidos los orgánulos y proteínas dañados o innecesarios.
3. Expansión y maduración del fagóforo: El fagóforo se expande y madura hasta convertirse en un autofagosoma, una vesícula de doble membrana que contiene la carga citoplasmática. Durante este proceso, varias proteínas implicadas en la autofagia, como la proteína 1 de cadena ligera 3 (LC3) asociada a microtúbulos, se reclutan en la membrana del fagoforo.
4. Fusión con lisosomas: Luego, el autofagosoma se fusiona con un lisosoma, un compartimento celular que contiene enzimas degradativas. Este evento de fusión conduce a la formación de un autolisosoma, donde la membrana interna del autofagosoma se rompe, liberando la carga citoplasmática en el lisosoma.
5. Degradación y reciclaje: Dentro del autolisosoma, la carga citoplasmática, incluidas las proteínas dañadas o innecesarias, es degradada por enzimas lisosomales. Los componentes degradados se descomponen en moléculas más pequeñas, como aminoácidos, azúcares y lípidos, que la célula puede reciclar y reutilizar.
6. Terminación: Una vez que se completa el proceso de degradación, el autolisosoma se fusiona con la membrana celular, liberando los materiales reciclados al citoplasma para su reutilización.
Al reciclar la maquinaria que impulsa su motilidad a través de la autofagia, las células pueden asegurarse de tener los recursos necesarios para mantener su integridad estructural, polaridad y capacidad de movimiento. Este proceso es particularmente importante para las células que requieren altos niveles de motilidad, como las células inmunes, las neuronas y las células epiteliales.