Bacteria A:¡Hola pandilla! ¿Listo para algo de acción? Mira este montón de verduras. Se ven tan jugosos y maduros.
Bacteria B:Oh, sí, estoy lista para un festín. Vamos a sumergirnos y mostrarles quién manda.
Bacteria C:No se preocupen chicos, tengo las enzimas. Voy a derribar estas paredes de celulosa como si no fuera asunto de nadie.
Bacteria D:Mi objetivo es crear ese característico aroma a podrido. Hagamos que estas verduras apesten tanto que nadie se atreva a acercarse a ellas.
Bacteria E:Un momento, muchachos. No nos olvidemos de las toxinas. Necesitamos liberarlos para asegurarnos realmente de que nadie coma estas verduras.
Bacteria F:Ya estoy difundiendo la bondad viscosa. Pronto, estas verduras estarán tan blandas y pegajosas que nadie podrá digerirlas.
Bacteria G:¡Excelente trabajo a todos! Juntos, convertiremos estas verduras frescas en una obra maestra podrida que hará que incluso los estómagos más duros se revuelvan.
Bacteria H:¡Sí! ¡Poder para las bacterias! ¡Viva la descomposición vegetal!
Mientras continúan su conversación, las bacterias mastican felizmente las verduras, descomponiéndolas y provocando que se pudran y se echen a perder. Y así continúa el ciclo de la naturaleza, donde las bacterias desempeñan su papel esencial en la descomposición de la materia orgánica.