El equipo de investigación, dirigido por científicos de la Universidad de East Anglia (UEA) y el Centro Nacional de Oceanografía (NOC), centró su estudio en el dimetilsulfoniopropionato (DMSP), un compuesto producido por el fitoplancton marino y las bacterias. Cuando el DMSP se oxida, libera azufre a la atmósfera en forma de sulfuro de dimetilo (DMS). El DMS desempeña un papel crucial en la regulación del clima de la Tierra al actuar como agente generador de nubes, reflejar la luz solar de regreso al espacio y contribuir a los efectos de enfriamiento.
El equipo descubrió que el gen interruptor, llamado dsyB, controla la producción de una enzima específica que cataliza la conversión de DMSP en DMS. Este hallazgo proporciona un vínculo directo entre la expresión genética y la liberación de azufre de los océanos.
Los investigadores estudiaron la actividad del gen dsyB en bacterias marinas recolectadas en diversos ambientes, incluidas aguas costeras y mar abierto. Descubrieron que la expresión del gen estaba fuertemente influenciada por factores ambientales, como la temperatura, la disponibilidad de nutrientes y la presencia de otros microorganismos.
Estos hallazgos sugieren que los cambios en las condiciones ambientales pueden alterar la actividad del gen interruptor, provocando variaciones en la producción de DMS y la posterior liberación de azufre a la atmósfera. Esto podría tener implicaciones importantes para comprender cómo responde el clima de la Tierra a las condiciones ambientales cambiantes, incluido el aumento de la temperatura del mar y la acidificación de los océanos.
Además, el estudio destaca la importancia de los procesos microbianos en la regulación de las emisiones globales de azufre y proporciona nuevos conocimientos sobre el papel de las bacterias en la configuración del clima de la Tierra. Al identificar el gen interruptor que controla la oxidación del DMSP, los científicos han descubierto un objetivo potencial para modular las emisiones de azufre y su impacto en el clima.
La investigación, publicada en la revista Nature Microbiology, representa un avance significativo en la comprensión de los mecanismos moleculares que subyacen a las emisiones de azufre de los océanos y ofrece nuevas vías para explorar estrategias de regulación climática.