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    Las langostas que caminan en escaleras muestran que los cerebros grandes no siempre son los mejores
    En el ámbito de la cognición animal, los cerebros más grandes a menudo se han asociado con una mayor inteligencia y capacidad para resolver problemas. Sin embargo, un estudio reciente con langostas que caminan en escaleras ha cuestionado esta suposición, sugiriendo que los cerebros grandes pueden no siempre ser la clave para la destreza cognitiva.

    El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge y la Universidad Queen Mary de Londres, se centró en dos especies de langostas:la langosta del desierto (Schistocerca gregaria) y la langosta migratoria (Locusta migratoria). Ambas especies son conocidas por su capacidad para formar enjambres densos y móviles que pueden viajar largas distancias y causar daños generalizados a los cultivos.

    Para investigar la relación entre el tamaño del cerebro y la capacidad de resolución de problemas, los investigadores diseñaron una serie de experimentos con escaleras. Las langostas fueron colocadas al pie de una escalera y tuvieron que subir hasta la cima para alcanzar una recompensa de comida. Las escaleras variaban en dificultad, y a algunas les faltaban peldaños o espacios.

    Los resultados revelaron que las langostas migratorias, que tienen cerebros relativamente más pequeños, superaron a las langostas del desierto en tareas de caminar por escaleras. Las langostas migratorias pudieron adaptarse más rápidamente a configuraciones de escaleras desafiantes, mostrando una mayor flexibilidad en sus estrategias de resolución de problemas.

    Los investigadores atribuyen esta diferencia en el rendimiento cognitivo a las superiores capacidades de navegación de las langostas migratorias. Proponen que los cerebros más pequeños de las langostas migratorias pueden ser más eficientes en el procesamiento de información relacionada con la orientación espacial y la navegación, lo que les permite resolver las tareas de caminar en escaleras de manera más efectiva.

    Este estudio destaca la complejidad de la cognición animal y sugiere que el tamaño del cerebro por sí solo no es un predictor fiable de la capacidad de resolución de problemas. En cambio, adaptaciones específicas y circuitos neuronales pueden desempeñar un papel más importante en determinadas tareas cognitivas.

    Los hallazgos también cuestionan la noción de que los cerebros más grandes siempre son mejores. En algunos casos, los cerebros más pequeños pueden ser más eficientes y más adecuados para demandas cognitivas específicas, lo que proporciona información valiosa sobre la evolución de la inteligencia en el reino animal.

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