El canibalismo en T. rex se ha propuesto basándose en el estudio de cierta evidencia fósil. Por ejemplo, los paleontólogos han observado marcas de mordeduras en huesos de T. rex que se asemejan a los patrones dentales de los dientes de T. rex. Sin embargo, estas marcas podrían haber sido causadas por la carroña y no por una depredación deliberada.
Además de la falta de pruebas concluyentes del canibalismo del T. rex, existen varias consideraciones prácticas que hacen que sea poco probable que haya sido un suceso común. El T. rex era un superdepredador, lo que significa que estaba en la cima de la cadena alimentaria y tenía pocos depredadores naturales. Los individuos adultos de T. rex probablemente eran demasiado grandes y poderosos para que otros T. rex pudieran someterlos y consumirlos.
Sin embargo, no se pueden descartar interacciones entre el T. rex y individuos más jóvenes o debilitados. Los paleontólogos han sugerido que el T. rex puede haber carroñeado de forma oportunista miembros muertos o moribundos de su propia especie, de forma similar al comportamiento observado en los depredadores modernos, como los leones o los osos pardos.
En última instancia, si bien es posible que el T. rex participara en canibalismo ocasional, es más probable que la especie cazara principalmente a otros dinosaurios herbívoros y hurgara en una variedad de cadáveres cuando estaban disponibles.