A continuación se presentan algunas formas en las que el cambio climático puede contribuir a un mayor riesgo de aflatoxinas en el maíz estadounidense:
1. Temperaturas más altas:Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus prosperan a temperaturas entre 25 y 35 °C (77 y 95 °F). Se espera que el cambio climático aumente la frecuencia de las olas de calor, lo que resultará en períodos más prolongados en los que el maíz estará expuesto a estas temperaturas óptimas para la producción de aflatoxinas.
2. Aumento de la humedad:Los niveles altos de humedad promueven el crecimiento de hongos y la producción de aflatoxinas. Se prevé que el cambio climático provocará un aumento de la humedad en muchas regiones productoras de maíz, particularmente en el Medio Oeste y el Sudeste.
3. Estrés por sequía:Las condiciones de sequía pueden hacer que el maíz sea más susceptible a la contaminación por aflatoxinas. La sequía puede hacer que las plantas produzcan mazorcas más pequeñas con menos granos, lo que reduce el rendimiento general. Esta respuesta al estrés puede provocar niveles elevados de aflatoxina en los granos restantes.
4. Temporadas alteradas de siembra y cosecha:Los cambios en los patrones de temperatura y precipitación pueden afectar el momento de la siembra y cosecha del maíz. Las fechas de siembra más tempranas y las cosechas retrasadas debido a fenómenos climáticos extremos pueden aumentar el riesgo de contaminación por aflatoxinas, ya que el maíz puede pasar más tiempo en el campo en condiciones favorables para el crecimiento de hongos.
5. Expansión del alcance geográfico:El cambio climático también puede ampliar el alcance geográfico de los hongos productores de aflatoxinas, permitiéndoles florecer en áreas que antes se consideraban menos propicias para su crecimiento. Esto podría llevar a que nuevas regiones se vuelvan vulnerables a la contaminación por aflatoxinas.
Para mitigar el riesgo de contaminación del maíz con aflatoxinas en un clima cambiante, es posible que los agricultores deban adoptar prácticas agrícolas mejoradas, como el uso de variedades de maíz resistentes, la rotación de cultivos, el manejo del riego y técnicas de secado y almacenamiento poscosecha. Monitorear los patrones climáticos e implementar intervenciones oportunas también puede ayudar a reducir el impacto del cambio climático en el riesgo de aflatoxinas en el maíz.