Sobrepesca: El pescado blanco en escamas, como el bacalao, el eglefino y el fletán, a menudo se captura mediante prácticas de pesca insostenibles. Estas prácticas pueden conducir a la sobrepesca, lo que puede alterar los ecosistemas marinos y amenazar la supervivencia de estas especies de peces.
Captura incidental: Muchos pescados blancos escamosos se capturan con redes de pesca que también capturan otras especies marinas, como delfines, ballenas, tortugas marinas y tiburones. Esta captura incidental puede tener efectos devastadores en estas otras especies, provocando una disminución de la población e incluso la extinción.
Contaminación: El pescado blanco en escamas puede acumular toxinas y contaminantes del agua en el que vive. Estas toxinas pueden ingresar al cuerpo humano cuando consumimos este pescado, presentando riesgos para la salud como el envenenamiento por mercurio.
Sabor y Textura: El pescado blanco en hojaldres suele carecer de sabor y textura en comparación con otros tipos de pescado. A menudo son suaves y requieren condimentos o salsas fuertes para que sean apetecibles.
Mejores alternativas: Existen muchas alternativas deliciosas y sostenibles al pescado blanco hojaldrado. Estos incluyen pescado azul como el salmón, la caballa y las sardinas, así como opciones menos populares pero igualmente sabrosas como el abadejo, el merlán y la tilapia.
Al optar por reducir nuestro consumo de pescado blanco en escamas y optar por alternativas más sostenibles y sabrosas, podemos ayudar a proteger los ecosistemas marinos, apoyar prácticas de pesca sostenibles y disfrutar de una dieta más saludable y diversa.