La razón por la que las ratas se utilizan a menudo en la investigación del cáncer es porque tienen una esperanza de vida más corta y una tasa de reproducción relativamente alta, lo que permite a los científicos estudiar el desarrollo y la progresión del cáncer a lo largo de varias generaciones en un período relativamente corto. Además, las ratas tienen una composición genética bien conocida y son susceptibles a una amplia gama de carcinógenos, lo que las hace adecuadas para estudiar los efectos de diferentes sustancias y tratamientos en el desarrollo del cáncer.
Es importante señalar que las ratas utilizadas en la investigación del cáncer suelen ser cepas endogámicas criadas específicamente con fines científicos y pueden tener modificaciones genéticas que las hacen más susceptibles a desarrollar ciertos tipos de cáncer. Esto no representa la salud de las ratas en general.
En general, la idea de que las ratas de laboratorio son inherentemente propensas al cáncer no es exacta. Son una herramienta valiosa en la investigación del cáncer debido a su idoneidad para estudiar el desarrollo del cáncer y la respuesta a los tratamientos, pero no tienen un riesgo naturalmente mayor de cáncer en comparación con otros animales.