Los gemelos idénticos, que comparten el 100% de su ADN, suelen mostrar notables similitudes en sus capacidades intelectuales. Sin embargo, los estudios demuestran que incluso los gemelos monocigóticos exhiben distintos cocientes inteligentes. Estas diferencias pueden atribuirse a influencias ambientales, como variaciones en la educación, las experiencias educativas y las oportunidades culturales.
Los estudios de gemelos y de adopción han concluido que la genética representa aproximadamente el 50% de la variabilidad de la inteligencia, dejando el 50% restante a factores ambientales. En particular, el impacto de la genética tiende a ser más pronunciado en individuos con alta inteligencia.
Los estudios sobre la familia y la adopción han solidificado aún más la importancia de las influencias ambientales en la inteligencia. Los niños criados en familias con abundantes recursos educativos, estimulación intelectual y un alto nivel socioeconómico frecuentemente exhiben un desarrollo intelectual superior. Por el contrario, las personas criadas en circunstancias desfavorables a menudo enfrentan limitaciones en el desarrollo cognitivo.
Estos hallazgos resaltan el profundo impacto de los factores genéticos y ambientales en el potencial intelectual de un individuo. Si bien la genética desempeña un papel vital en la configuración de las capacidades cognitivas, las influencias ambientales pueden amplificar o mitigar estas predisposiciones heredadas.