Numerosas adaptaciones biológicas condujeron al atletismo superior de los caballos de carrera. Crédito:Lukas Godja/shutterstock
Es difícil ignorar el poder y la belleza de un caballo cuando corre a toda velocidad o salta un obstáculo enorme.
Este animal muy querido y gentil es un atleta espectacular, capaz de correr velocidades récord mundiales de casi 44 millas por hora y saltos que desafían la gravedad de hasta 2,47 metros. También tienen una resistencia impresionante:algunas razas, como los árabes, pueden cubrir hasta 100 millas en un solo día durante las competencias de resistencia.
Estas son hazañas asombrosas, que se vuelven aún más sorprendentes si se considera que pesan entre 400 y 800 kg.
En comparación con otros mamíferos de tamaño similar, los caballos tienen una capacidad superior para usar oxígeno:su capacidad aeróbica es aproximadamente dos veces y media la del ganado, y esto es en gran parte lo que les da a los equinos su ventaja atlética.
Se atribuye a muchos aspectos de su biología, incluidos sus grandes pulmones y una cantidad notablemente mayor de glóbulos rojos para maximizar el transporte de oxígeno por todo el cuerpo.
Los estudios también han encontrado una relación entre el tamaño de su corazón y el rendimiento en carreras con saltos; uno de los caballos de carreras más famosos y exitosos del mundo, Secretaría, informó que tenía un corazón que pesaba la friolera de diez kilogramos.
Velocidad y agilidad supremas
Los caballos se convirtieron en una especie evolutivamente distinta de los "primeros équidos", que habitaban los bosques comiendo frutas y follaje, hace unos cuatro millones de años, cuando se trasladaron a las llanuras abiertas de América del Norte, donde había abundante hierba para comer. Se convirtieron en especialistas en pastoreo, pero con este cambio también llegaron depredadores que se movían rápidamente y no tenían dónde esconderse. Es por eso que desarrollaron adaptaciones tan increíbles para la velocidad y la agilidad.
Los humanos comenzaron a aprovechar esta habilidad natural alrededor del año 3500 a. C. en Ucrania, y no cabe duda de que la cría selectiva ha influido aún más en el atletismo equino. Hemos hecho caballos domésticos más grandes y livianos con adaptaciones genéticas para la velocidad en comparación con sus ancestros salvajes.
Por ejemplo, los caballos de carreras de pura sangre de hoy en día han sido criados para tener una alta prevalencia de un "gen de la velocidad" conocido como miostatina, que se ha relacionado directamente con su impresionante capacidad para correr. El gen promueve el crecimiento muscular, lo que explica por qué los caballos de carreras de distancias cortas suelen tener una apariencia más musculosa que los caballos que corren distancias más largas.
Y, por supuesto, los caballos no son solo corredores supremos. También son capaces de saltar obstáculos de hasta el doble de su propia altura.
Para ayudarlos a lograr estas hazañas de salto, cada una de sus cuatro extremidades alberga una red de tendones y ligamentos que actúan juntos como un resorte. Un tendón en particular en la extremidad equina, conocido por su papel clave en sus esfuerzos atléticos, tiene una elasticidad y fuerza excepcionales. Esto le permite soportar fuerzas extremas, como las experimentadas durante un galope a alta velocidad y el despegue de vallas altas, y también actúa como un poderoso retroceso al aterrizar desde esas grandes alturas.
Al igual que los atletas humanos, los caballos pueden estar expuestos a lesiones durante el deporte equino, por lo que la cuestión de si es ético involucrarlos permanece. Afortunadamente, la investigación en este campo se ha expandido enormemente en los últimos diez años, con estudios en una variedad de deportes equinos, incluidos los saltos y las carreras, trabajando en formas de reducir el riesgo de lesiones (e incluso peores) para los caballos, como nuevos estrategias de entrenamiento y uso de pistas o superficies de salto más seguras.
Dentro de la mente del caballo
Los caballos son seres sintientes, con necesidades psicológicas y de comportamiento.
Les gusta tener libertad para moverse e interactuar con otros caballos como parte de un grupo social complejo, y tener acceso casi constante a pasto o heno para comer.
Y también son animales muy sensibles, capaces de interpretar nuestras respuestas emocionales y aprender sobre una persona al observarla interactuar con otro caballo. Estas habilidades emocionales equinas pueden ser parte de cómo podemos lograr la grandeza deportiva juntos, pero también enfatizan la necesidad de cuidar su bienestar psicológico.
Competir puede afectar el nivel de estrés del caballo. Puede hacer que se sientan emocionados o ansiosos, según su temperamento, pero si se les capacita humanamente y se les acondiciona cuidadosamente para su carga de trabajo y el entorno competitivo, entonces su vida laboral puede ser enriquecedora para ellos.
Por supuesto, es poco probable que los caballos mismos tengan algún concepto de competir o ganar. Eso requiere autoconciencia y ego, dos cosas que están muy afinadas en los humanos, pero que es poco probable que estén presentes en los caballos, ya que sus cerebros no han evolucionado para desarrollar las funciones superiores que crean esta conciencia.
Los caballos de carreras corren rápido porque la evolución los ha preparado para correr si todos los demás corren; cualquier antepasado que no mostrara esa respuesta automática de vuelo no duraría mucho en las llanuras abiertas de hierba. Y los caballos de salto flotan sobre vallas enormes porque han sido entrenados para hacerlo. Pero mientras el entrenamiento fuera humano, es posible que hayan aprendido a encontrarlo gratificante.
En verdad, nunca sabremos con certeza por qué los caballos están dispuestos a trabajar tan de cerca con los humanos. No hay nada natural en llevarnos a la espalda y viajar por el mundo de competencia en competencia, y sin embargo lo hacen. Lo que está claro es que son una especie extraordinariamente cooperativa y amable, por lo que les debemos garantizar que el futuro de los deportes ecuestres sea ético y sostenible.