La Luna tiene muchos cráteres, que son grandes depresiones en forma de cuenco en su superficie. Los cráteres se forman cuando los asteroides o cometas impactan contra la Luna. El impacto provoca que la roca y el polvo de la Luna sean expulsados, formando un cráter. Los cráteres pueden tener varios kilómetros de diámetro y cientos de metros de profundidad. Algunos cráteres tienen picos o montañas en el centro, que se forman cuando el material expulsado del cráter vuelve a caer.
Además de los cráteres, la Luna también tiene muchas otras características, como montañas, valles y marías (llanuras grandes, oscuras y suaves). Se cree que todas estas características se formaron a través de actividad volcánica o impactos.