Cuando la luz del sol incide sobre una nube, parte de la luz es absorbida por las gotas de agua o los cristales de hielo de la nube. Parte de la luz también se dispersa en todas direcciones, lo que da a las nubes su color blanco. La cantidad de luz que se absorbe o dispersa depende de la longitud de onda de la luz y del tamaño de las gotas de agua o cristales de hielo.
Las gotas de agua más pequeñas o los cristales de hielo dispersan más luz azul que luz roja, por lo que las nubes suelen aparecer blancas o grises. Las gotas de agua más grandes o los cristales de hielo dispersan todas las longitudes de onda de la luz por igual, por lo que las nubes pueden aparecer de color gris oscuro o negro.
La cantidad de gotas de agua o cristales de hielo en una nube también puede afectar su oscuridad. Las nubes con una mayor densidad de gotas de agua o cristales de hielo parecen más oscuras porque impiden que llegue más luz solar al suelo.
Finalmente, el ángulo del sol también puede afectar la oscuridad de una nube. Las nubes que están más cerca del sol parecen más oscuras porque la luz del sol tiene que atravesar una mayor parte de la nube para llegar al suelo. Las nubes que están más alejadas del sol parecen más claras porque la luz del sol tiene que atravesar menos nubes para llegar al suelo.
En resumen, la oscuridad de una nube depende de varios factores, incluido el espesor óptico de la nube, el tamaño de las gotas de agua o cristales de hielo en la nube, la densidad de las gotas de agua o cristales de hielo en la nube y el ángulo del sol.