El sol tiene una magnitud aparente de -26,74, lo que significa que es increíblemente brillante. La magnitud aparente promedio de la Luna es -12,6, lo que la convierte en el segundo objeto más brillante del cielo nocturno, después del Sol.
Sin embargo, el brillo de la luna puede variar según su fase. En su fase llena, la Luna tiene una magnitud aparente de -12,74, lo que la hace casi tan brillante como el Sol. Sin embargo, en su nueva fase, la Luna no es visible desde la Tierra, por lo que su magnitud aparente no está definida.
El brillo de la luna también se ve afectado por la atmósfera terrestre. La atmósfera puede dispersar y absorber la luz solar, lo que puede reducir el brillo aparente de la luna. Este efecto es particularmente notable cuando la luna está cerca del horizonte, ya que la luz del sol tiene que atravesar más atmósfera para llegar a nuestros ojos.
En general, la Luna es un objeto muy brillante en el cielo nocturno y su brillo puede variar según su fase y la atmósfera terrestre.