Al ingresar varios parámetros y suposiciones sobre el universo primitivo, como la densidad inicial de la materia, la temperatura y la composición, los astrónomos pueden modelar las condiciones que existieron durante los primeros cientos de millones de años después del Big Bang. Estas simulaciones siguen la evolución del universo, incluida la formación y las interacciones de las nubes de gas, el nacimiento de estrellas y el impacto de las explosiones estelares en el entorno circundante.
Una de las predicciones clave de estas simulaciones es que las estrellas de Población III se formaron en pequeños y densos grupos de materia llamados "mini-halos". Estos minihalos fueron los precursores de las galaxias y sirvieron como lugar de nacimiento de las primeras estrellas. Cuando estas estrellas explotaron como supernovas, liberaron elementos pesados en el gas circundante, enriqueciéndolo y allanando el camino para la formación de generaciones posteriores de estrellas.
Las simulaciones también sugieren que la Población III se encontró predominantemente en ambientes de baja metalicidad. La metalicidad se refiere a la abundancia de elementos más pesados que el hidrógeno y el helio, y el universo primitivo tenía una metalicidad muy baja en comparación con el universo actual. A medida que las estrellas se forman y mueren, aumentan gradualmente la metalicidad general del gas, haciéndolo menos propicio para la formación de estrellas de Población III.
Al analizar los resultados de estas simulaciones y compararlos con datos de observación, los astrónomos obtienen información sobre las propiedades, la distribución y el impacto de las estrellas de Población III en el universo primitivo. Estos estudios contribuyen a nuestra comprensión de la evolución cósmica y la formación de las primeras galaxias y estrellas.