Las partículas alfa pueden detenerse con unos centímetros de aire, una hoja de papel o unos milímetros de plástico o metal. No pueden penetrar la capa externa de la piel humana y, por lo tanto, no se consideran un peligro significativo de radiación externa.
Sin embargo, la radiación alfa puede ser peligrosa si se ingiere o se inhala, ya que puede dañar las células del cuerpo desde el interior. Los isótopos emisores de alfa, como el plutonio o el uranio, se encuentran en algunas fuentes radiactivas y desechos nucleares, y requieren procedimientos especiales de manipulación y almacenamiento para evitar la exposición.
En resumen, la radiación alfa puede penetrar sólo una distancia muy corta en la mayoría de los materiales y es detenida eficazmente por el aire, el papel, el plástico o el metal. Presenta un riesgo mayor cuando se ingieren o inhalan materiales radiactivos que contienen isótopos emisores alfa.