Un objeto flota cuando su densidad promedio es menor o igual a la densidad del líquido. La densidad se define como la masa por unidad de volumen de una sustancia. Si la densidad promedio de un objeto es menor que la del líquido, desplazará una cantidad igual de líquido con un peso mayor que su propio peso, lo que resultará en una fuerza neta hacia arriba que mantiene el objeto a flote.
Matemáticamente, este concepto se puede expresar utilizando el principio de Arquímedes, que establece que la fuerza de flotación sobre un objeto sumergido en un fluido es igual al peso del fluido desplazado por el objeto. En otras palabras:
Fuerza de flotación =Peso del fluido desplazado
Si la fuerza de flotación es mayor que el peso del objeto, éste flotará. Si la fuerza de flotación es menor que el peso del objeto, éste se hundirá. Si la fuerza de flotación es igual al peso del objeto, éste permanecerá suspendido en el líquido.
Por lo tanto, un objeto flotará en un líquido cuando su densidad promedio sea menor o igual a la densidad del líquido, asegurando que la fuerza de flotación sea suficiente para contrarrestar el peso del objeto y mantenerlo a flote.