Matemáticamente, la relación entre la longitud de onda (λ) y la frecuencia (f) se expresa como:
λ =v/f
dónde:
λ es la longitud de onda en metros (m)
f es la frecuencia en Hertz (Hz)
v es la velocidad del sonido en metros por segundo (m/s)
A medida que aumenta la longitud de onda, la distancia entre picos o valles adyacentes de la onda sonora aumenta. Esto corresponde a una oscilación o vibración más lenta de las ondas sonoras, lo que da como resultado un tono percibido más bajo.
Por el contrario, si la longitud de onda disminuye mientras otros factores permanecen constantes, la frecuencia aumenta y el sonido adquiere un tono más alto. Este principio se aplica a todo tipo de ondas, incluidas las ondas sonoras, las ondas electromagnéticas y las ondas de agua.