Miedo a represalias. Muchas personas temen que si hablan, el acosador o sus amigos o colegas tomarán represalias contra ellas. Este miedo puede ser especialmente fuerte en situaciones en las que el acosador tiene una posición de poder sobre la víctima, como un jefe, un maestro o un entrenador.
Falta de voluntad para involucrarse. Muchas personas simplemente no quieren involucrarse en los problemas de otras personas. Es posible que sientan que no les corresponde intervenir o que no quieran lidiar con el drama o conflicto potencial que podría surgir al hablar.
Falta de conciencia. Es posible que algunas personas simplemente no sepan que están presenciando acoso sexual. Es posible que no sepan cuáles son los signos de acoso sexual o que no se den cuenta de que el comportamiento que ven es inapropiado.
Presión social. En algunos entornos sociales, puede haber una fuerte presión para adaptarse al grupo y no denunciar comportamientos inapropiados. Esta presión puede ser especialmente fuerte en grupos donde el acosador es querido o respetado.
Misoginia y sexismo. Algunas personas pueden tener creencias misóginas o sexistas que las hacen más propensas a tolerar o ignorar el acoso sexual. Quizás crean que las mujeres deberían "simplemente afrontarlo" o que los hombres "simplemente están siendo niños".
Estas son sólo algunas de las razones por las que los espectadores rara vez hablan cuando presencian acoso sexual. Es importante señalar que no existe una explicación única para este fenómeno y que las razones por las que las personas hablan o no pueden variar según el individuo y la situación.