Estereotipos: La sociedad suele asociar el coaching con rasgos masculinos como la asertividad y la fuerza física, lo que puede disuadir a las mujeres de seguir esta carrera. Estos estereotipos crean la percepción de que las mujeres pueden ser menos capaces de liderar y gestionar un equipo deportivo.
Falta de modelos a seguir: La escasez de entrenadoras en puestos destacados puede impedir que las aspirantes a entrenadoras se imaginen a sí mismas en estos roles. Sin modelos visibles, las mujeres pueden sentirse menos motivadas y apoyadas para seguir carreras como entrenadoras.
Discriminación de género: Algunas mujeres enfrentan una abierta discriminación de género en la industria del deporte, incluida una remuneración desigual, oportunidades limitadas y un trato negativo. Esta discriminación puede disuadir a las mujeres calificadas de ingresar a la profesión de entrenadora o hacer que abandonen el campo prematuramente.
Barreras estructurales: La industria del deporte a menudo tiene estructuras y jerarquías rígidas que pueden limitar el acceso de las mujeres a puestos de entrenadora. Por ejemplo, las mujeres pueden tener dificultades para encontrar oportunidades de nivel inicial o ser promovidas a puestos de entrenadoras de nivel superior.
Responsabilidades de la familia y el cuidado: Muchas mujeres asumen responsabilidades desproporcionadas de cuidado dentro de sus familias, lo que dificulta equilibrar las carreras de entrenadoras con las obligaciones personales. La naturaleza exigente de la industria del deporte puede exacerbar este conflicto y contribuir a la subrepresentación de las mujeres en el entrenamiento.