1. Mayor experiencia: A medida que envejecemos, tenemos más experiencia con diferentes tipos de personas y relaciones. Esta experiencia puede ayudarnos a identificar mejor las cualidades que valoramos en un amigo y a reconocer cuando una relación no funciona.
2. Cambiar valores: Nuestros valores y prioridades pueden cambiar a medida que envejecemos. Esto puede llevarnos a reevaluar nuestras amistades y a decidir que algunas amistades ya no son compatibles con nuestro estilo de vida o valores actuales.
3. Tiempo limitado: A medida que envejecemos, es posible que tengamos menos tiempo disponible para actividades sociales. Esto puede hacernos más selectivos sobre cómo empleamos nuestro tiempo y con quién lo pasamos.
4. Mayor presión social: A medida que envejecemos, podemos experimentar más presión social para ajustarnos a ciertas expectativas. Esta presión puede hacernos sentir menos cómodos siendo nosotros mismos con ciertas personas y más propensos a buscar amigos que compartan nuestros valores e intereses.
5. Cambios cerebrales: Algunas investigaciones sugieren que los cambios en el cerebro que ocurren a medida que envejecemos pueden contribuir a nuestra mayor selectividad en la amistad. Estos cambios pueden afectar nuestra capacidad para procesar información social y formar nuevas relaciones.
Si bien hay una serie de factores que pueden contribuir a nuestra mayor selectividad en la amistad en una etapa avanzada de la vida, es importante recordar que ésta no es una experiencia universal. Algunas personas pueden descubrir que se vuelven más abiertas y tolerantes con los demás a medida que envejecen. En última instancia, la forma en que nuestras amistades cambian con el tiempo es única para cada individuo.
¿Qué tienen que ver los chimpancés con esto?
Los chimpancés son nuestros parientes vivos más cercanos y comparten muchas similitudes con nosotros, incluido nuestro comportamiento social. Los estudios con chimpancés han demostrado que también se vuelven más selectivos con sus amigos a medida que envejecen. Esto sugiere que nuestra mayor selectividad en la amistad puede ser una parte natural del proceso de envejecimiento, más que algo exclusivo de los humanos.