Sentimiento y optimismo del mercado: Cuando un director ejecutivo comunica una perspectiva positiva y centrada en el crecimiento para el futuro de la empresa a través de estados financieros y comunicados de prensa, puede impactar positivamente el sentimiento del mercado.
Manipulación de los medios: Los directores ejecutivos que tienen habilidades para gestionar las relaciones públicas pueden presentar y explicar mejor los logros y objetivos de la empresa utilizando datos selectivos o destacando ciertas figuras en foros públicos.
Credibilidad y reputación personal: Cuando un director ejecutivo ha demostrado previamente éxito y ha generado confianza en los mercados de capitales, los inversores y analistas tenderán a dar más peso a sus declaraciones positivas.
Abuso de información privilegiada: Los directores ejecutivos pueden manipular las declaraciones de sus empresas sobre acontecimientos futuros importantes y compartir esa información de forma selectiva con analistas selectos para generar informes positivos antes de su divulgación pública.
Sin embargo, si bien tales declaraciones pueden provocar un aumento en el valor de las acciones, la verdad fundamental llega cuando los resultados reales no están a la altura de las descripciones positivas anteriores hechas por los directores ejecutivos. Los analistas financieros y los inversores son generalmente pensadores críticos expertos en detectar anomalías e irregularidades en los datos de la empresa que considerarían antes de hacer recomendaciones y decisiones. Además, los reguladores, el escrutinio de los medios y la transparencia natural que acompaña a la dinámica del mercado a menudo exponen las acciones engañosas de los directores ejecutivos en poco tiempo. Las repercusiones de los fraudes y mentiras corporativas suelen conducir a un colapso de la confianza, ramificaciones legales, pérdidas para los accionistas, reputación empañada y una caída en el valor intrínseco de una empresa.