Al mirar ligeramente lejos de un objeto, podemos verlo mejor en algunas situaciones. Esto se debe a que la visión periférica (el área de visión fuera del área central) es más sensible al movimiento y a los cambios en la intensidad de la luz. Cuando el objeto de interés no está en el centro directo de nuestra mirada, podemos utilizar la visión periférica para detectar movimientos sutiles, cambios de brillo o detalles que podrían pasarse por alto si miráramos directamente al objeto.
Este fenómeno es particularmente útil en condiciones de poca luz o cuando se intenta observar objetos en movimiento. Por ejemplo, al observar las estrellas, a menudo se recomienda mirar ligeramente hacia un lado de una estrella en lugar de mirarla directamente. Esto le permite utilizar su visión periférica más sensible para captar estrellas más débiles que de otro modo serían arrasadas por el brillante resplandor central. De manera similar, cuando intentamos seguir un objeto que se mueve rápidamente, como un pájaro en vuelo, mirar ligeramente lejos del objeto nos permite usar nuestra visión periférica para seguir sus movimientos de manera más efectiva.
Es importante tener en cuenta que, si bien mirar hacia otro lado a veces puede mejorar nuestra visión en determinadas situaciones, no proporciona el mismo nivel de percepción detallada que la fijación central directa. Para tareas que requieren altos niveles de detalle visual, como leer o examinar detalles finos, es mejor mirar directamente al objeto de interés. Sin embargo, al explorar entornos con poca luz o seguir objetos en movimiento, mirar ligeramente hacia otro lado puede ofrecer ventajas únicas y ayudarnos a ver mejor en esas circunstancias específicas.