Crédito:CC0 Public Domain
Investigadores del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla han estudiado las evidencias arqueológicas de sociedades prehistóricas del Neolítico en la Península Ibérica desde la perspectiva de género. Según los resultados de su trabajo, que aborda el análisis desde el punto de vista de la bioarqueología y arqueología funeraria, fue en el Neolítico cuando aparecieron por primera vez las diferencias de género, lo que significó la dominación masculina en períodos posteriores de la historia.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado dos grupos de indicadores. Por un lado, condiciones de vida y aspectos demográficos; y, en el otro, prácticas funerarias. En el primer grupo, estudiaron factores como la proporción sexual (la proporción demográfica de hombres a mujeres), dieta, datos genéticos, movimiento, las enfermedades más frecuentes y los marcadores de estrés detectados. En el segundo, consideraron datos como el tipo de entierro, el carácter primario o secundario del depósito, si fue un entierro individual o colectivo, la organización espacial del sitio, la posición y orientación de los cuerpos, los bienes funerarios que se colocaron en la tumba o los "movimientos funerarios" (signos de manipulación de los cuerpos, pigmentación o alteración provocada por el calor).
El estudio concluyó que la desigualdad entre hombres y mujeres no se consolidó ni se extendió de forma generalizada en Iberia durante el Neolítico. Sin embargo, Progresivamente aparecieron situaciones que indican el predominio de los hombres sobre las mujeres. Los autores señalan cuatro líneas importantes en las que se puede investigar la desigualdad entre hombres y mujeres a través de sucesivos períodos históricos:su acceso a los ritos funerarios, las condiciones materiales de su existencia, la aparición de roles sociales específicos para cada uno de los géneros y la creciente asociación de los hombres con la violencia.
Es precisamente este último aspecto el más evidente en este estudio. Las heridas de flecha en los cuerpos masculinos, el depósito de proyectiles en sus tumbas o las representaciones pictóricas (pinturas rupestres) de hombres cazando y luchando no tienen paralelo equivalente en las mujeres. Por lo tanto, los autores señalan el nacimiento de una ideología que conectaba a los hombres con el ejercicio de la fuerza. En este sentido, Destacan que la creación de diferentes roles según género y otras formas de desigualdad de género jugaron un papel fundamental en el crecimiento de la complejidad social, un factor que no siempre se ha comprendido bien en proyectos de investigación anteriores.
El estudio, que surge de la tesis doctoral de la Universidad de Sevilla de Marta Cintas Peña, fue realizada por el maestro Leonardo García Sanjuán, y es la primera vez que se aborda este período desde la perspectiva de género y considerando múltiples variables. Las conclusiones del estudio suponen la confirmación arqueológica de la propuesta de la antropóloga Gerda Lerner, quien en el libro La creación del patriarcado propuso la hipótesis de que fueron las sociedades neolíticas las que vieron el inicio de la desigualdad entre hombres y mujeres.