1. Percepción y conciencia del riesgo:
Preparación: Las personas que perciben con precisión la probabilidad y la gravedad potencial de un desastre natural en su área tienen más probabilidades de tomar medidas preventivas y prepararse.
Falta de preparación: Subestimar el riesgo o sentirse invulnerable puede generar una falsa sensación de seguridad e impedir que las personas tomen las precauciones necesarias.
2. Experiencia personal:
Preparación: Las personas que han experimentado un desastre natural de primera mano o han sido testigos de su impacto en otros tienen más probabilidades de tomar en serio las medidas de preparación.
Falta de preparación: Es posible que aquellos que no han tenido experiencia directa con desastres no comprendan completamente las posibles consecuencias, lo que lleva a una falta de motivación para prepararse.
3. Normas sociales e influencia comunitaria:
Preparación: Vivir en una comunidad donde la preparación para desastres se enfatiza y respalda por normas sociales puede motivar a las personas a prepararse también.
Falta de preparación: Si una comunidad generalmente resta importancia a la preparación, es posible que sea menos probable que los individuos actúen.
4. Acceso a recursos e información:
Preparación: Tener acceso a información precisa, recursos y orientación sobre cómo prepararse puede capacitar a las personas para tomar las medidas necesarias.
Falta de preparación: El acceso limitado a información o recursos, como planes de evacuación, kits de desastre o apoyo financiero, puede obstaculizar los esfuerzos de preparación.
5. Restricciones financieras y de tiempo:
Preparación: Los recursos financieros pueden desempeñar un papel importante en la preparación. Tener los medios para comprar los suministros necesarios, realizar mejoras en el hogar para la resiliencia ante desastres o evacuar si es necesario puede influir en la preparación.
Falta de preparación: Las limitaciones financieras pueden restringir la capacidad de un individuo para tomar ciertas medidas de preparación. Además, las limitaciones de tiempo, como los horarios de trabajo exigentes, pueden limitar el tiempo disponible para las actividades de preparación.
6. Factores psicológicos:
Preparación: Las personas con una mentalidad proactiva y optimista, que ven la preparación como una forma de obtener una sensación de control sobre eventos inciertos, tienen más probabilidades de adoptar conductas de preparación.
Falta de preparación: Las barreras emocionales, como la ansiedad, la negación o la tendencia a centrarse en las necesidades inmediatas en lugar de los riesgos a largo plazo, pueden obstaculizar los esfuerzos de preparación.
7. Factores políticos e institucionales:
Preparación: Las políticas gubernamentales eficaces, los sistemas de gestión de emergencias y las estrategias de comunicación claras pueden fomentar y facilitar la preparación a nivel comunitario.
Falta de preparación: La falta de confianza en las agencias gubernamentales o la percepción de una respuesta inadecuada a los desastres pueden disuadir a las personas de tomar medidas individuales de preparación.
8. Sistemas culturales y de creencias:
Preparación: Las creencias y valores culturales pueden influir en las percepciones de riesgo y la importancia de la preparación. Por ejemplo, las normas culturales que enfatizan la responsabilidad colectiva pueden promover esfuerzos de preparación comunitarios.
Falta de preparación: Ciertas creencias culturales o actitudes fatalistas pueden restar importancia a la responsabilidad individual en la preparación para desastres.
Es importante señalar que estos factores interactúan de manera compleja y que las motivaciones individuales pueden verse influenciadas por una combinación de múltiples factores. Las estrategias eficaces de preparación para desastres a menudo implican abordar estos factores motivacionales a través de la educación, la extensión comunitaria y políticas que apoyen la resiliencia ante desastres tanto a nivel individual como comunitario.