La consecuencia más grave del Día Cero sería el grave impacto en la salud pública. Sin acceso a agua potable limpia y segura, existe un mayor riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y una mayor carga para los servicios de atención médica. Esto podría provocar una crisis de salud pública, especialmente entre poblaciones vulnerables como los niños, los ancianos y los enfermos.
La falta de agua también tendría un impacto significativo en la economía. Las empresas que dependen en gran medida del agua para sus operaciones, como la agricultura, la manufactura y el turismo, se verían afectadas negativamente. Esto podría provocar pérdidas de empleo, disminución de la productividad económica y una desaceleración general de la economía.
Además, el Día Cero podría tener un profundo impacto social y psicológico en los residentes de Ciudad del Cabo. El estrés y la ansiedad asociados con la escasez de agua podrían provocar mayores tensiones sociales, conflictos e incluso disturbios civiles. La falta de agua también podría alterar las rutinas diarias y dificultar que las personas realicen su vida normal.
Para mitigar los efectos del Día Cero, la ciudad de Ciudad del Cabo implementó varias restricciones de agua y medidas de conservación, como reducir el consumo de agua, reutilizar agua y explorar fuentes de agua alternativas. El gobierno también brindó asistencia financiera y apoyo a los agricultores y empresas afectados por la sequía. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la ciudad aún enfrentaba el riesgo de llegar al Día Cero.
En febrero de 2018, la ciudad anunció que el Día Cero se había pospuesto indefinidamente debido a las fuertes lluvias y al éxito de los esfuerzos de conservación del agua. Sin embargo, la sequía en Ciudad del Cabo sigue siendo un problema constante y es crucial que la ciudad continúe tomando medidas para garantizar la sostenibilidad y seguridad de su suministro de agua frente a futuros desafíos.