Las gimnospermas, incluidas las cícadas, los ginkgos y las coníferas, fueron las plantas dominantes durante la era Mesozoica. Las cícadas eran particularmente diversas y estaban muy extendidas, formando extensos bosques en muchas partes del mundo. Estas plantas estaban bien adaptadas a las condiciones ambientales del Mesozoico, incluidos altos niveles de dióxido de carbono y temperaturas cálidas.
Las cícadas eran una rica fuente de nutrientes y proporcionaban a los herbívoros mesozoicos vitaminas, minerales y proteínas esenciales. Sus hojas estaban repletas de carbohidratos y fibra, mientras que sus semillas tenían un alto contenido de grasas y proteínas. Además, las cícadas producían sustancias químicas tóxicas que ayudaban a disuadir a los depredadores, convirtiéndolas en una fuente de alimento relativamente segura para los herbívoros.
Los herbívoros mesozoicos que se alimentaban de cícadas incluían dinosaurios, mamíferos y aves. Algunos de los herbívoros más notables que dependían en gran medida de las cícadas fueron los saurópodos, como el Brachiosaurus y el Diplodocus. Estos dinosaurios gigantes tenían cuellos y colas largos que les permitían alcanzar las copas de las cícadas. Otros herbívoros que comían cícadas incluían los estegosaurios, como el Stegosaurus y el Triceratops. Estos dinosaurios tenían bocas duras en forma de pico que eran muy adecuadas para triturar hojas y semillas de cícadas.
La abundancia y el valor nutricional de las cícadas las convirtieron en una parte clave de la cadena alimentaria durante la era Mesozoica. Estas plantas desempeñaron un papel crucial en el sustento de las diversas y prósperas poblaciones de herbívoros de la época.