Un estudio publicado en la revista "PNAS" en 2018 examinó núcleos de sedimentos del lago Chichancanab en México, que se encuentra en el corazón del antiguo territorio maya. Los investigadores analizaron polen, carbón vegetal y otros indicadores de la actividad humana en las capas de sedimentos para reconstruir la vegetación y el uso de la tierra en el pasado. Sus hallazgos sugirieron que el pueblo maya practicaba técnicas agrícolas sostenibles, como la agrosilvicultura, la construcción de terrazas y la rotación de cultivos, que ayudaban a mantener la fertilidad del suelo y mitigar la degradación ambiental.
El estudio también encontró que los períodos de sequía y cambio climático fueron factores importantes que contribuyeron al declive de la civilización maya, más que las prácticas agrícolas insostenibles por sí solas. Esto desafía la narrativa tradicional de los mayas como una advertencia puramente agrícola y enfatiza la interacción de varios factores ambientales y culturales en la configuración de su historia.
Otro estudio publicado en la revista "Nature Geoscience" en 2019 se centró en la región del sur de Belice, donde se encontraba la antigua ciudad maya de Tikal. Los investigadores utilizaron tecnología LiDAR (Light Detección y Rango) para mapear el terreno e identificar características ocultas como terrazas antiguas, canales y campos elevados. Sus hallazgos revelaron extensos sistemas de gestión del agua y modificaciones agrícolas en el paisaje, lo que indica que los mayas tenían conocimientos avanzados de hidrología y gestión del suelo.
Además, el estudio sugiere que los mayas se adaptaron hábilmente a las condiciones ambientales cambiantes y mantuvieron la productividad agrícola a pesar de las fluctuaciones del clima. Esto desafía la noción de que los mayas fueron los únicos responsables de su propia caída y resalta su resiliencia y adaptabilidad como sociedad agrícola.
Estos estudios recientes proporcionan una comprensión más matizada de la antigua civilización maya y su relación con el medio ambiente. Indican que los mayas emplearon prácticas agrícolas sostenibles, gestionaron eficazmente los recursos hídricos y se adaptaron al cambio climático. Si bien los factores ambientales ciertamente desempeñaron un papel en el declive de la civilización maya, es esencial reconocer sus logros culturales y su resiliencia, en lugar de presentarlos únicamente como una advertencia.