Una mariposa sin manchas, Revoloteaba con pensamientos inciertos.
Un día, sintiéndose audaz y brillante, se elevó a nuevas alturas,
Sobre campos de flores, floreciendo en colores vivos.
Buscando algo que no podía expresar del todo.
Con gracia, bailó al llamado de cada flor,
Bebiendo néctar, esparciendo alegría a todos,
Pero por dentro sentía un vacío que llenar.
Una identidad que anhelaba cumplir.
Luego, en un jardín de sueños incalculables,
fue testigo de un arco iris, tan grande y audaz,
Atravesando el cielo azul,
Pintar el mundo con tonos que llamaron su atención.
Inspirado por esta colorida vista,
La mariposa deseaba abrazar su propia luz,
anhelando transformación, pidió un deseo,
Para llevar un lienzo de hermosa felicidad.
¡Y he aquí! Como si los dioses hubieran escuchado su llamado,
La mariposa sintió que sus alas se calentaban,
Los colores del arco iris comenzaron a aparecer,
Girando y bailando, desechando el miedo.
Manchas de rojo, naranja, amarillo, verde,
Azul, índigo y violeta adornaban el brillo de sus alas.
Una vista impresionante para la vista,
Las manchas de la mariposa eran una historia por contar.
Ahora, con puntos de magia y gracia,
Voló por el mundo con un abrazo alegre.
Difundiendo belleza dondequiera que fuera,
Una obra de arte viva para presentar al mundo.
Y así, las manchas de la mariposa se convirtieron en un recordatorio,
Esa transformación radica en abrazar lo que hay dentro.
Porque en medio de nuestro viaje desconocido,
Es posible que encontremos nuestros verdaderos colores, que se mostrarán para siempre.