Los investigadores, dirigidos por la Dra. Lera Boroditsky, llevaron a cabo una serie de experimentos con hablantes de inglés y chino mandarín. Descubrieron que los angloparlantes discriminaban más rápido entre tonos de azul, mientras que los hablantes de mandarín discriminaban más rápido entre tonos de rojo.
Este hallazgo es consistente con el hecho de que el idioma inglés tiene más palabras para tonos de azul que el chino mandarín, mientras que el chino mandarín tiene más palabras para tonos de rojo que el inglés. Esto sugiere que el idioma que hablamos moldea nuestra percepción del color.
Los investigadores también encontraron que el efecto del lenguaje en la percepción del color era más fuerte en las personas que dominaban mejor su primer idioma. Esto sugiere que la relación entre el lenguaje y la percepción del color es aprendida, más que innata.
Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones para nuestra comprensión de cómo el lenguaje da forma a nuestra cognición. También sugieren que la forma en que percibimos el mundo puede estar influenciada por el idioma que hablamos.
En el primer experimento, los investigadores mostraron a los hablantes de inglés y mandarín una serie de pares de colores que eran del mismo color o tonos ligeramente diferentes del mismo color. Se pidió a los participantes que indicaran si los dos colores eran iguales o diferentes.
Los resultados mostraron que los angloparlantes discriminaban más rápido entre tonos de azul, mientras que los hablantes de mandarín discriminaban más rápido entre tonos de rojo. Esta diferencia fue estadísticamente significativa.
En el segundo experimento, los investigadores repitieron el primer experimento con un grupo de hablantes de inglés y mandarín que dominaban menos su primer idioma. Los resultados mostraron que el efecto del lenguaje en la percepción del color fue más débil para este grupo de participantes, lo que sugiere que la relación entre el lenguaje y la percepción del color es aprendida, en lugar de innata.
Los investigadores también realizaron un tercer experimento para ver si el efecto del lenguaje en la percepción del color era específico de las palabras relacionadas con los colores. Mostraron a hablantes de inglés y mandarín una serie de pares de colores que eran del mismo color o tonos ligeramente diferentes del mismo color. Se pidió a los participantes que indicaran si los dos colores eran iguales o diferentes, pero no se les dijo los nombres de los colores.
Los resultados mostraron que el efecto del lenguaje en la percepción del color todavía estaba presente, incluso cuando a los participantes no se les dijo los nombres de los colores. Esto sugiere que la relación entre el lenguaje y la percepción del color no se debe simplemente al hecho de que diferentes idiomas tengan diferentes palabras para los colores.
Los hallazgos de este estudio sugieren que el idioma que hablamos afecta la forma en que percibimos el mundo que nos rodea. Esto tiene implicaciones para nuestra comprensión de cómo el lenguaje moldea nuestra cognición y para el diseño de la comunicación intercultural.