Los edificios son una fuente importante de contaminación, tanto en el interior como en el exterior. La contaminación exterior de los edificios puede provenir de diversas fuentes, incluidos los sistemas de calefacción y refrigeración, las emisiones de vehículos y los materiales de construcción. Una fuente de contaminación exterior que a menudo se pasa por alto son los contaminantes de las fachadas.
Los contaminantes de las fachadas son materiales que se liberan desde el exterior de los edificios, como pintura, selladores y calafateo. Estos materiales pueden contener una variedad de sustancias químicas nocivas, incluidos compuestos orgánicos volátiles (COV), metales pesados e hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP).
Cuando los contaminantes de las fachadas se liberan al medio ambiente, pueden tener un impacto negativo en la calidad del aire y la salud humana. Los COV pueden contribuir a la formación de smog y ozono, mientras que los metales pesados y los HAP pueden ser tóxicos e incluso cancerígenos.
El nuevo modelo desarrollado por investigadores de la Universidad de California en Berkeley muestra cómo se liberan al medio ambiente los contaminantes de las fachadas. El modelo tiene en cuenta diversos factores, incluido el tipo de material de la fachada, la antigüedad del edificio y el clima.
El modelo se puede utilizar para identificar los edificios que tienen más probabilidades de liberar contaminantes en las fachadas y desarrollar estrategias para reducir el impacto ambiental de estos edificios. Por ejemplo, el modelo se puede utilizar para identificar edificios que deben repintarse con pintura con bajo contenido de VOC o que necesitan reemplazarse el calafateo.
El nuevo modelo es una herramienta valiosa para comprender el impacto ambiental de los edificios. El modelo se puede utilizar para desarrollar estrategias para reducir el impacto ambiental de los edificios y proteger la salud humana.