Los defensores de este punto de vista argumentan que la normalización de las relaciones entre personas del mismo sexo y el avance de los derechos LGBTQ socavan el concepto de matrimonio tradicional definido como una unión entre un hombre y una mujer. Algunas denominaciones religiosas interpretan pasajes bíblicos específicos que condenan las expresiones no heteronormativas de la sexualidad. Pueden afirmar que las identidades o los derechos LGBTQ entran en conflicto con su comprensión de la moralidad, las estructuras familiares y las normas sociales derivadas de sus enseñanzas religiosas.
Por otro lado, muchos cristianos y líderes cristianos ven el progreso LGBTQ como una cuestión de derechos humanos e inclusión. Enfatizan la importancia de la compasión, la igualdad y la justicia para todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género. Interpretan las enseñanzas religiosas como estimulantes del amor, la comprensión y la aceptación, y sostienen que la iglesia debe promover el bienestar y la dignidad de todas las personas.
Es esencial reconocer la diversidad de puntos de vista e interpretaciones dentro del cristianismo, ya que no todos los cristianos mantienen la misma posición sobre las cuestiones LGBTQ. Algunas denominaciones e iglesias han tomado medidas progresistas para acoger y apoyar a las personas LGBTQ, trabajando activamente para reconciliar la fe con la inclusión. Al mismo tiempo, otras comunidades religiosas mantienen una postura más conservadora basada en su interpretación de las Escrituras y la teología.
En última instancia, la cuestión de si el progreso LGBTQ es un ataque al cristianismo es subjetiva y depende de las creencias individuales, los contextos culturales y las interpretaciones de los textos y valores religiosos. Es crucial entablar un diálogo respetuoso, reconociendo las diferentes perspectivas y puntos de vista y al mismo tiempo abogar por la inclusión, la tolerancia y los derechos individuales dentro de la sociedad.